Melanie nos descubrió en redes, pero lo que realmente la acercó a nosotras fue la energía compartida, la complicidad que surgió cuando nos encontramos. Cuando conoció nuestra colección, entendió que detrás de cada prenda había una historia, una emoción, una manera de ver el mundo. Así, entre risas, café y creatividad, le descubrimos nuestro Mediterráneo. Y ella nos devolvió su luz.

Juntas compartimos cómo nace cada idea, cómo se elige cada tejido, cómo el color va construyendo historias. Desde el principio supimos que con Melanie todo fluiría de forma natural: tiene esa mezcla de sensibilidad y determinación que encaja con nuestro universo.

El mono Sandra la acompaña como una segunda piel. Una prenda que la representa: funcional, ambigua, elegante, práctica.

Hay momentos que no se planean, simplemente suceden. Una mañana luminosa, un paseo entre flores silvestres y esa sensación de estar exactamente donde una quiere estar. Con Melanie todo se vuelve ligero: su risa, su forma de mirar, la naturalidad con la que se entrega a cada instante. En ese escenario, la belleza no está en la pose, sino en la verdad del momento.

Brandon es uno de esos vestidos que invitan a moverse sin pensar, a dejar que el cuerpo respire. Su caída, su textura y la manera en que se adapta al movimiento hacen que se convierta en una segunda piel. Femenino, especial y auténtico, te hace sentir bien y cómoda. En Melanie, se eleva: es libertad, comodidad y una forma de disfrutar sin artificio.

Hay instantes en los que una simplemente es. Sin pretender, sin buscar. En esa risa espontánea, en los gestos que no se piensan, aparece lo verdadero. Con Melanie todo cobra sentido: la naturalidad, la fuerza suave, la luz que no necesita artificio.

La túnica Ohara, de lino natural, envuelve ese instante con la suavidad del Mediterráneo. Atemporal, ligera y honesta, se mueve con el cuerpo y deja que la piel respire. En Melanie, cobra una nueva forma de belleza: la de quien brilla sin esfuerzo, solo por ser.